Por Rolo Capaccio.
Cuando chico tuve un tío político chileno, bastante
fabulador. En familia íbamos a buscar berro al Arroyo de Oro y él hablaba de
las propiedades de este vegetal y de los beneficios de consumirlo recién
cortado del agua como si se refiriera a un tónico maravilloso. Hablaba de la
necesidad de hierro que posee el organismo, de la ingesta fotosintética de
aquellas hojas y tallos verde oscuros y de la energía que se transfería
mediante ella al cuerpo. Los adultos, a lo mejor bajo la influencia de aquel
discurso alababan el comer aquel berro regado por el agua del arroyo, pero para
mí no dejaban de ser unas ensaladas de sabor picante y astringente. Ahora
pienso si aquel tío no se estaría anticipando a la onda vitalista que llegó de
la mano de la new age para quedarse.
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