por Javier Moleres.
Sabemos que más
de un lector, al ver otra nota firmada por SOS Hábitat, con seguridad pensará:
“otra vez estos locos preocupándose por el río, los pajaritos y los pececitos
plateados… cuando son más alarmantes en Mercedes los problemas económicos y la
falta de nuevas fuentes de trabajo”. Es por esa razón, que hoy proponemos darle
a la cuestión del Río Luján un enfoque distinto, o digamos “una mirada más materialista”.
Es innegable
la importancia de nuestro río como un recurso natural irremplazable, quizá en
el futuro la única fuente de agua dulce y potable para los mercedinos, de
producirse la salinización o agotamiento del acuífero subterráneo, como ya muchos
predicen.
Pero como dijimos,
vamos a dejar de lado la visión “ambiental”, para detenernos en la terrible
pérdida económica y de puestos “genuinos” de trabajo, que resulta de tener este
curso de agua contaminado y rodeado de pastizales y basurales. Porque a pesar
de tener la suerte de contar con más de 10 Kilómetros de costanera y un amplio
Parque Municipal con añosa arboleda, los mercedinos nunca supimos aprovecharlo.
Pocos conocen que la Avenida Dorrego (o costanera), comienza bordeando el río
casi a la altura de la calle 81 y finaliza en la portada del ex campo de maniobras
del Regimiento 6 de Infantería.
En su
recorrido sortea vistosos y apacibles paisajes naturales, sin demasiadas
muestras de cambios introducidos por el hombre, salvo los desagradables
vertederos de basura intercalados cada 100 metros. Primer grave error imperdonable: una costanera bien cuidada y
vigilada, posibilitaría los paseos a caballo, en ponis, en sulky, en bicicleta,
y en autitos a pedal que tanto atraen a los chicos. De más está decir, que
varias personas tendrían que ocuparse del alquiler de todo lo enumerado,
ofreciendo trabajo directo e indirecto a muchas otras más. Lo mismo ocurriría
si se parcelaran algunos sectores para la instalación de varios campings, que
necesitarían de las correspondientes proveedurías y quioscos. No deberían faltar
varios restaurantes y casas de té, para los turistas que aspiran a un mayor
nivel de atención (¿por qué no?, si funciona de maravillas en Tomás Jofré).
Todas las construcciones se podrían realizar elevadas, teniendo en cuenta el
nivel de la máxima inundación histórica. Sería provechoso agregar también el
alquiler de botes y canoas, y si se lograra evitar que los desechos de un par
de industrias y algunas cloacas clandestinas contaminen el río, sería factible
habilitar nuestro magnífico pero hasta hoy inútil balneario, dando trabajo además
hasta a algunos bañeros.
Otros sectores
serían ocupados por pequeñas cabañas (para los que buscan más comodidad) y
estacionamientos de casas rodantes y motorhomes. A fin de atraer a los amantes
de la pesca, sería factible resembrar el
río con especies autóctonas, y para tentar a otro tipo de deportistas bastaría
con disponer de algunas canchas de uso gratuito de fútbol, voleibol y básquet. A
los amantes de la naturaleza se los podría conquistar declarando la zona como “Reserva
de flora y fauna”, para lo cual se forestaría toda la costanera con árboles
nativos. No vendría mal de paso, cumplir con ese viejo sueño de reproducir a
escala natural el Fuerte “Guardia de
Luján” que dio origen a Mercedes. Para completar existen un sinfín de otras actividades
para realizar al aire libre con tan magnífico entorno: tiro al blanco con arco
y flecha, tirolesa, cancha de bochas, tejo, mini-golf, pistas de skate,
patinaje, etc.
Todas las actividades enumeradas requieren de una
persona responsable con mucho personal a cargo, por lo que el lector se dará
cuenta de la cantidad de puestos de trabajo que dejamos de crear por no
aprovechar un recurso natural pero
también “económico” como lo es el río y sus márgenes.
Actividades
que suman una gran oportunidad de desarrollo perdida, tontamente ignorada y desperdiciada, que durante décadas dejó escapar
el importante y redituable flujo turístico, desprendido los fines de semana y
los feriados largos, de Capital y Gran Buenos Aires.
Bueno, ahora
muchos dirán: “el Río Luján es un río de llanura, de poco caudal y por lo tanto
sucio y de fondo fangoso, no sirve para atraer turistas”. Nada más falso,
nuestro río es de aguas transparentes hasta que entra a la ciudad, y el fondo –si
se retira la mugre acumulada- es de dura tosca.
Las
comparaciones son odiosas, pero por desgracia la única manera de saber si se
avanza o si se está estático, es mirar hacia los lados y tomar puntos de
referencia. Pues bien, si Mercedes mira a su alrededor verá como Salto, San
Antonio de Areco, Carmen de Areco y Navarro, se le van adelantando y alejando
cada vez más en lo que respecta al desarrollo turístico… y notará que por falta
de buenas políticas, hace años que ella se encuentra inmóvil.
Con los mismos
recursos con que contamos nosotros -pues los ríos Luján y Areco son similares-,
o con menos aún –porque la laguna artificial de Navarro nació de embalsar dos
arroyos insignificantes-; los partidos vecinos lograron ser centros turísticos
de excelente nivel. Todas las actividades que se proponen desarrollar acá, esas
localidades ya las ofrecen desde hace tiempo, obteniendo buenos dividendos para
las arcas comunales y dando empleo a muchas familias.
Una buena
gestión de un recurso natural como lo es el río, con la costanera y el Parque,
favorecería a la economía local tanto o más que varias industrias y sin generar
más polución. Esperemos que alguna vez esto se estudie y se tenga en cuenta…
por el bien de todos.
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