Por Javier Moleres.
Un domingo como cualquier otro en la vecina ciudad de Luján. Miles de visitantes se agolpan frente a la basílica, la plaza, los museos, los restaurantes, las confiterías, los juegos infantiles y los puestos de venta de la costanera. Miles de visitantes que generan un enorme movimiento económico difícil de imaginar y seguramente imposible de calcular. Pero ¿Dónde está el secreto de Luján?, ¿es la suerte o la gracia divina?
Es verdad que Luján goza del atractivo de un tranquilo río, apto para recorrerlo en botes o embarcaciones a motor de poco calado… ¡pero es el mismo río que pasa por Mercedes, y que nosotros usamos como desagüe cloacal e industrial!

Luján posee una espléndida basílica y a su alrededor varios museos con valiosas colecciones. Claro que también Mercedes cuenta con una hermosa catedral, una magnífica iglesia y dos interesantes museos… pero fuera de la ciudad, pocos están enterados de su existencia.

Luján, con sus muchos años de historia, conserva antiguas y valiosas construcciones, y tiene una ordenanza que las protege. Pero los orígenes de Mercedes datan casi de la misma época y cuenta con una riqueza arquitectónica similar… ¡lástima que ha perdido gran parte de ese patrimonio histórico persiguiendo una supuesta modernidad, donde lo viejo desaparece y las nuevas construcciones terminan siendo insulsas y antiestéticas!
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